¿Estamos criando a niños blandos?

niño llorandoLa infancia es una época maravillosa, llena de inocencia y ternura. Vale la pena mantenerla lo máximo posible tal cual es. Y esto es lo que intentamos hacer los padres. Mantenemos a los niños en una burbuja, protegiéndolos de los fracasos y de la vida adulta.

Hace unos días que me ronda por la cabeza una duda acerca de la educación que estamos dando en casa. Están en una época maravillosa para subirles el autoestima a tope. Es maravilloso ver cómo confían en sus capacidades. Hace unas semanas mis kids participaron en la carrera infantil contra el cáncer. Participaban como 70 niños, y llegaron a la meta por la mitad. A pesar de ello, me dijo uno «¡Yo he ganado!!».  Me reí mucho, y le conté que lo hizo fenomenal, pero que no había ganado. Está bien subir la autoestima, ¡pero eso era descarado! jajaja

Este fin de semana nos hemos encontrado con el primer episodio de frustración y choque con la vida real con mis kids, y me he animado a escribir sobre ello.

Desde hace algo más de un año mis niños practican un arte marcial. Les gusta mucho, y han ido cambiando de cinturón poco a poco. Este fin de semana han organizado un campeonato en Madrid y mis kids quisieron participar. Un campeonato «de verdad», donde solo los 3 mejores ganan medalla.

Desde que decidieron presentarse y sale el tema del campeonato, estoy lanzando mensajes acerca de que no es importante ganar. Vamos a pasarlo bien, a participar, a esforzarnos mucho… pero que como habrá muchos niños, si no ganamos no pasa nada. Me parece lo mejor para ellos… ir preparando el terreno por si otros consiguen las medallas (cosa que muy probablemente pase).

Pero la vida no es así. En la vida real, si no eres el primero, no ganas la recompensa. Si no haces la mejor entrevista, no te dan ese puesto. Si no sacas las mejores notas, no accedes a la carrera que deseas realizar. El mundo adulto está lleno de pruebas y exámenes que debes pasar con nota para poder conseguir lo que deseas. Si quieres alcanzar tus sueños, tendrás que ser el mejor en muchos aspectos.

¿Os cuento qué pasó ayer? Pues lo que nos temíamos.

Se presentaron a dos categorías. En la primera se esforzaron mucho pero quedaron sextos. El mayor se sabía bien lo que tenía que hacer, pero quiso arriesgar con una cosa nueva, y no le salió bien. Obtuvieron diploma, y tan contentos. Sin embargo, empezaron a ver que muchos niños se llevaban medallas, entre ellos sus amigos, claro.

La segunda categoría les fue peor. El nivel era muy alto, y fueros descalificados en la primera ronda. Aquí empezaron los primeros «hoy es el peor día de mi vida», «¡¡yo quiero una medalla!!» y otros tantos. En todos los casos, les dijimos que trabajaron mucho, pero que otros niños habían sido claramente mejores… pero no calaba el mensaje. La frustración iba en aumento.

Justo antes de irnos, pasó algo imprevisto. La organización se equivocó y dio una medalla de ORO a uno de mis kids, cuando en realidad no la merecía. ¡Caos! Todo fue rápido, pero fuimos a aclarar el tema. Había un niño que merecía un oro y no queríamos que se fuera sin él.

Estábamos preparados para ir a casa con las manos vacías, porque es lo que nos merecíamos. Y de repente tenemos que gestionar haber recibido una medalla que no merecíamos. No le quitaron la medalla a mi niño, pero esta mañana, todos descansados y de buen humor, hemos explicado qué pasó.

La sorpresa ha sido la deportividad de mi hijo. Se ha ofrecido a devolver la medalla porque ha entendido que él no tenía el nivel para ganarla. En casa nos empeñamos en ser humildes y honestos, y creo que lo que pasó ayer nos dio una gran oportunidad para ponerlo en práctica. Me ha encantado ver que los valores que intentamos inculcar, calan.

Sin embargo, sigo con la misma duda, ¿hacemos mal protegiendo a los niños? ¿Deberíamos exponer a los niños a situaciones reales para que sepan afrontar estas situaciones? ¿O es mejor protegerlos mientras podamos? La gestión de las emociones hay que practicarla con el tiempo, así que la lógica dice que deberíamos dejar de proteger tanto a nuestros niños y hacerlos más fuertes, ¿no?