El otro día mi kid me sorprendió con su carta a Papá Noel. «Querido Papá Noel. Este año quiero una muñeca y un bloc de dibujo. No quiero nada más porque sé que hay muchos niños en el mundo y tiene que haber juguetes para todos. Gracias». Ojiplática me quedé. Después del bombardeo publicitario que día, tarde y noche recibe directa o indirectamente de la televisión o la incitación al consumismo exacerbado que las grandes superficies hacen con sus campañas de juguetes, da igual si es en Black Friday o en White Wednesday… me quedé gratamente sorprendida y creo que mucha parte de ese mérito lo ha conseguido su colegio, donde cada día se trabaja la importancia del juguete elaborado por el propio niño con material de reciclaje.
Haced un día la prueba en casa. Sin que la profe os tenga que dar las directrices de cómo debéis hacerlo, sed vosotros mismos los que un día le propongáis a vuestro kid hacer un juguete con cositas que tengáis por casa: envases de yogur, tapones de leche, bricks, cápsulas de café… ni os imagináis de lo que sois capaces con la ayuda de vuestros pequeños. Y sobre todo, lo importantes que van a sentirse ellos siendo los creadores de su propio juguete.
¿Alguna vez has intentado hacer una flauta mágica? Hazlo pegando pajitas de forma consecutiva de diferentes tamaños. ¿Y marcapáginas para libros? Tan solo necesitarás cartulina, rotuladores, gomaeva y una buena dosis de imaginación. ¿Sabrías hacer un parque de columpios para tus muñecos? Usa pinzas de la ropa para hacer el tobogán o el balancín.
Sin ir más lejos, el otro día, cuando me disponía a tirar una caja de zapatos al contenedor de cartón me dijo mi hija: «¿y si con esa caja hacemos un teatro para mis clicks?» «¡Genial!» La caja regresó a casa con nosotras y pronto se convertirá -estoy segura de ello- en el juguete más preciado por ella.
Quizás el año que viene su carta sea: «Querido Papá Noel. No quiero nada. He descubierto que yo solita puedo hacerlo todo. Gracias». ¡Viva el reciclaje!